Ese fin de semana unos amigos del Parque México se habían ido a Acapulco y me habían invitado. Rechacé la invitación por que no tenía dinero y decidí tomar el incidente como una señal divina. Que mi auto se viera impoluto no era una de mis prioridades y como no conocía esta popular playa decidí alcanzarlos.
Al día siguiente a la misma hora del accidente estaba tirada en una palapa tomando el sol, echando un toque y una chela con mis amigos. Han pasado 6 años desde ese viaje y los detalles sutiles los he olvidado. Lo que me queda , como de tantas otras aventuras, son las fotos. Gracias a ellas recuerdo al niñoal que le tomé un millón de fotos, el fútbol playero, el accidente de la carretera, que la camioneta se atoró en la arena y por ello nos hicimos amigos de los de la palapa de junto, etc.



Al día siguiente a la misma hora del accidente estaba tirada en una palapa tomando el sol, echando un toque y una chela con mis amigos. Han pasado 6 años desde ese viaje y los detalles sutiles los he olvidado. Lo que me queda , como de tantas otras aventuras, son las fotos. Gracias a ellas recuerdo al niñoal que le tomé un millón de fotos, el fútbol playero, el accidente de la carretera, que la camioneta se atoró en la arena y por ello nos hicimos amigos de los de la palapa de junto, etc.




Gente de todas las edades avanza torpemente por la acera algunos van de regreso, otros apenas vamos llegando. 10 minutos de gélida travesía para llegar al santuario de la virgen del cerrito del Tepeyac, provocan que deje de sentir los dedos de mis pies, a pesar traer doble calcetín y una capa de periódico que metí en mis botas. 


