
12 de diciembre en Chicago
Una larga fila de automóviles avanza lentamente por la Avenida Des Plains. El termómetro marca -6°C. Pasan 45 minutos y logramos dejar la camioneta en el estacionamiento de un restaurante ruso donde unos personajes achamarrados y rubios, nos cobran 20 dólares. Es la una de la mañana del 12 de diciembre del 2009, nieve y hielo cubren el paisaje Maryville, suburbio de la ciudad de Chicago. El relajo se debe a la congregación de cientos de mexicanos y otros hispanos que vienen a festejarle y cantarle las mañanitas a la virgen de Guadalupe.

Gente de todas las edades avanza torpemente por la acera algunos van de regreso, otros apenas vamos llegando. 10 minutos de gélida travesía para llegar al santuario de la virgen del cerrito del Tepeyac, provocan que deje de sentir los dedos de mis pies, a pesar traer doble calcetín y una capa de periódico que metí en mis botas.

Tambores marcan el ritmo de los danzantes que realizan sus bailes típicos con atuendos que remiten a los usados en sus comunidades locales, pero adaptados al clima extremo. Niños en brazos se esconden envueltos en grandes mantas. Los feligreses encienden miles de velitas, dejan cartas, flores y alzan sus imágenes para que sean bendecidas.
En ese santuario se encuentra una imagen de la virgen morena la cual está incluso "avalada", a falta de mejor término, por la basílica en el Distrito Federal. Aquí la gente puede cumplir sus mandas. De la flama que brinca en foro del patio de la iglesia, antorchas serán llevadas a pie, por los distintos encomendados a las iglesias de la ciudad, caminata que dura 5 horas.

Chicago es la ciudad del viento; casa de los Chicago Fire donde jugó Cuauhtemoc Blanco; la ciudad de Al Capone; la del gran incendio de 1817; conocida por su blues y por su soul; hogar de los primeros rascacielos; helada en invierno, húmeda en verano; capital del estado por el que era senador Obama y aunque pudiera parecer lejana; al contar entre su población con casi el 30% hispanos, Chicago está más cerca de nosotros lo que creemos. Ahí no se extraña ni la comida ni el idioma, no es difícil encontrar en el súper; tamales para el microondas, pelón pelo rico y miguelitos. Puede que en un restaurante te pidas una birria y todos los letreros están en español e inglés.


Pilsen y la villita son los dos barrios típicamente Mexicanos sin embargo la gran migración a esta ciudad desde México se remonta al siglo XIX y en la actualidad se les puede encontrar en todas partes.Por ello no es de sorprender que en el suburbio de Maryville se vaya a construir un gran santuario para la virgen de Guadalupe que, por el momento se encuentra al aire libre, en un nicho protegida por un vidrio.